30.3.05

-mother-

Mi madre habla de mí como si ella fuera yo. Habla de mí como si me conociera más de lo que puedo conocerme a mi misma. Habla de mi enfermedad en los ojos como si fuera propia. Recuerdo que hablo de los hombres en mi vida como si fueran instrumentos, y desde arriba del diván me preguntan: ¿Que era tu madre antes de ser azafata? Pienso un segundo y después de decir "maestra" finalmente inclino la cabeza de lado y recuerdo:
instrumentadora.

-analyse me-


mi análisis marcha bien. estas frases van con minúscula para evitar cualquier exabrupto emocional. si pongo todo en minúscula tal vez será mas uniforme a la vista, y tal vez pueda hacer de cuenta que el diván nunca me paraliza, o que el marco de la puerta del consultorio no es mi recorrido preferido con los ojos, ni que la mancha en la pared no se ha convertido nunca en ese abismo interior que, como suelo decir, sangra y devora el tiempo y el espacio que me rodea todos los fuckin days of my life.

-weight and height-

No estoy más alta. No estoy más alta que cuando empecé a ser adulta. Pero si estoy más alta que cuando niña. No deja de asombrarme que el interruptor de la luz del living, que antes me llegaba a la cabeza y parecía la única luz de la casa que "estaba a la altura de los niños" haya quedado por debajo de mi cintura. Ahora la miro desde arriba y sonrío ante la idea de volver a medir medio metro y pasar desapercibida ante el mundo. Aunque tal vez esa es una fantasía aún más fantasiosa que cualquiera de las otras: nunca pase desapercibida. Siempre me sentí un problema; siempre trate de bordear el vacío o correr desesperada cuando soñaba que me quería comer viva

-él, ellos, todos ellos y ninguno-

Creo que extraño lo que era extraño. Camino por Lavalle, es día de semana y empieza la tarde. Pienso: con cuantos de “ellos” he caminado por acá convencida de que la versión posmoderna y edulcorada de la paz sobre la tierra. Hasta hubo uno que me mostró orgulloso la remera de Estudiantes. Y yo le sonreía. A esa Luz le sonreía porque se parecía a mi padre. Pronto entendí que para esa Luz yo era mi padre.
Resulta que no soy buena piedra para la onda del cliché de la femineidad argentina. De hecho, reniego de mi femenino-positivo. Reniego de mi cuerpo, de la tortura mensual obligatoria y de nunca ser lo linda que necesito ser para que se me abran todas las puertas. Simplemente no tengo lo que hace falta. Todas las mujeres a mi alrededor lo tienen, incluida la instrumentadora y su madre, incluidas las nenitas del colegio. Incluidas todas las perfectas Miss any y Miss mary que me cruzo por la calle, con sus encantadoras sonrisas en un cuerpo perfecto. Pero no yo. Nunca lo seré. Nunca podré serlo. Simplemente no. Me pregunto porqué, qué fue lo que hice mal, qué golpe inesperado se dió mi cuerpo al caer en esta quebrada magnifica. Y me pregunto también el por qué del resentimiento hacia quienes nunca se han golpeado.
Hoy miro por la ventana, y lloro un poco. Pienso en el encarcelamiento, en todos los èl que conocí que demostraron ser nadie. Tal vez debería cambiar de cuerpo...o de concepción de vida...ser tonta y preciosa, preocuparme por casarme con el primero que me quiera o que me haga llegar al orgasmo con sólo mirarme. Después, con o sin ventana, con o sin lágrimas, me empiezo a reír de mí misma.

-the empty (or DMT?)-

BORDEALO. Ponele flores. Ponele un cantero. Ponele un poco de esto y de lo otro y de aquello. Agrega cortinas y pintalo de rosa. Hacele unos dibujitos simpáticos alrededor. Disimula el vacío marca ACME que tenés clavado en el pecho y hace de cuenta que no está ahí y que esa oscuridad no te quiere matar.
No, hijo de puta y la gran concha que te parió, pelotudito, es mi naturaleza la que me quiere matar. Son mis manos, al estilo evil dead. Devorare herida...devorare la herida. Me devorare a mi misma. Necesitamos una virgen que se cuelgue de la cruz y esté dispuesta a ser comida, masticada, digerida por los jugos gástricos de alguna bestia mitológica. Se busca: gran dragón para que degluta hermosa virgen menor de edad.

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