9.4.05


-buenos aires, a la hora del almuerzo-

Me siento en un baño público, digo digo, un cibercafé porteño con vista a Alem y Cordoba. Siempre los viernes uno puede apreciar este tránsito de mierda que ahora me toca mirar por acá; ese que se come las calles de esta Ciudad tan extraña. Se forma una coalición caótica entre traseuntes que hablan por teléfono, se mandan mensajines de texto (de onda, algún día me va a pisar un auto a mi, a vos o a tu amigo), los autos que se quieren ir porque ya es viernes, los colectivos que tambien se quieren ir y están igual de enojados pero que, sutil diferencia, manejan un aparato 3 veces el tamaño de un auto y el fastidio que manifiestan es directamente proporcional a eso. Descontando las motos, las bicis y los viejos, la especie mas extraña y mas fascinante de la fauna del tránsito porteño son los taxistas. Me atrevo a pensar que es Buenos Aires la única capaz de ser el habitat natural de tal fenomeno. Los taxistas, manejando por la calle en combinación con todos los demá¡s factores, influencian abiertamente la producción del caos y el volumen del mismo. Además, como toda especie rara, tiene comportamientos interesantísimos. Describirlos seria tedioso (tal vez en otra ocasion haga un informe completo sobre la especie y sus derivaciones en el asfalto) pero puede resumirse en lo siguiente: no hay nada como un taxista enojado ( o sí­, tal vez un camionero enojado sería peor? pero son generos de la misma especie).
Me fui por las ramas ida y vuelta un millon de veces. Estaba en...que todos sabemos que [Bs.As] es extraña, y que todos sabemos que hay algo que nos encanta de Bs.As y siempre ha sido muy dificil precisar exactamente qué es.
[tal vez por que las cosas se mueven en conjuntos proposicionales y nosotros nos movemos según las leyes de la vagancia interpretativa a la hora de la creatividad. No todos, pero algunos. Por eso sera, a mi parecer, que describir el sentimiento de *acá hay una severa relacion cation-anion, con los atomos de mi indeble personalidad y no puedo decir por qué*].
Entonces Bs.As, como es usual, se nos aparece como ese punto de inflexión de los mil y un estados de ánimo posibles: estados de conciencia, estados del ser, de la levedad, del domingo que corta el aire y oprime el pecho, de los cansancios de todos los miercoles y de la liberación del viernes, el buen augurio del sábado por la noche donde *todo es irreal y nada es imposible* (del martes me limito a decir que tal vez no es mas que un día más de la semana y que está sobrevaluado, al igual que el planeta). Todo eso sobre vuenos airez. Y la humedad, si si. No nos podemos olvidar de la fuckin humedad. Mientras escribía este digesto un auto se puso un taxi que encerró a un colectivo que doblo en cordoba, aunque ahi no hay flecha para doblar. Oh, sweet home Buenos Aires.

-potatoes!-*

Hoy en el trabajo estabamos siguiendo atentamente (!!!) , una a una cuando salian por la tele o la radio o lo que sea, las noticias de la muerte del papá. Supongo que es uno de esos lucky ones que tienen el HONOR de tener una muerte televisada frame por frame, en cámara lenta y con música de wagner o algo así bien drámatico y peliculezco.
Cada vez que entraba alguien a la oficina traía en una mano un expediente y en la otra la fresca nueva noticia sobre el pobre viejo. "Ya le hicieron la cruz en la cabeza", " ya le desconectaron la máquina para los riniones"; "cerraron las puertas del balcón de la habitación y ya hay señales de luto, etc"
Y todo este tiempo, quien les escribe, ferviente negadora absolutista de la iglesia como institución, como estado o como fábrica de culpas y verguenzas, pienso para mis adentros: a este pobre tipo lo tienen respirando a manivela hace meses o tal vez años, mientras duro la puja por el poder ahí adentro. Ahora que ya decidieron quien lo va a suceder, en menos de 24 horas va a estar mirando las florcitas crecer desde abajo. Esas fotos que salieron en el diario hace unos días, del viejo en la misa de pascua en la que no pudo hablar...había una serie sacada muy de cerca publicada en la tapa de un diario. Cuando vi la expresión de dolor en la cara de ese hombre, cuando vi su expresión sentí recordaba a la de un recién nacido que se ofende cuando lo sacan del vientre. Pensé, por un momento aunque sea, que ese grito, que esa expresión era un pedido de paz: dejenme morir, por favor.

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