27.2.08

Si siempre nos vamos a recordar a nosotros mismos como esos nenitos que jugaban a atarse las manos para comer, estamos jodidos.

Aprender a comer con los pies es como aprender a respirar por los ojos. Se puede, pero lleva tiempo.

-- No puedo entender la necesidad que tenés de andar contandolo todo, de hablar de todo --dijo, sin hacerse cargo, sin responsabilizarse de ser él el desinatario innegable de mi mundo privado. Le hablaba a él, y sin embargo, parecía que tenia oidos populares. Mi boca se movía, el veía ese movimiento pero jamás escuchó ningún sonido más que el de sus pasos cuando daba la vuelta.

Y ahí me quede yo, encadenada a la noción, frecuentemente bastardeada, de no poder ser merecedora de nada ni nadie que no fuera de la exacta misma forma y tamaño que adquieren todas las espaldas cuando se alejan.
Más adelante descubriría que incluso eso, tan arraigado en mi cabeza, era una mentira. Incluso querer ser como alguien más...era una mentira que no funcionaba para mi.
Ser igual a vos, ser una planta, una secretaria, un cuerpo que reemplaza la abstinencia de una droga, ser todo eso y además decirle que sí a un sexo desganado, es demasiado para mi.



Dame la espalda, da la vuelta, no me escuches. Ni me quieras, ni me contengas, ni seas más que una escultura de cera. Da lo mismo: en la balanza todo pesa igual. Decime que deberia usar más parrafos, juga a hacer de cuenta que soy tu agenda telefonica, que lo que digo y lo que pienso no vale ni cuenta. Dame una orden así te digo que no. Y asombrate cuando mi histeria despliegue su personalidad furiosa, partiendo en pedazos todo lo que esperas que sea como mujer. I'm not there. I'm not that kind of girl.

Demasiadas cosas en juego pueden arruinarte la mañana. Ahora la pregunta es: ¿cómo se sigue cuando conocés todas las medialunas de buenos aires?

Lets find out.