31.1.08

Si hubiese podido saber que así iba a encontrarme a mi misma. Parada, desnuda y perdida en la traducción de tu ausencia. No puedo entenderte. Y hago mis esfuerzos másgrandes por no preguntar. Por dejar en claro, dejarme en claro, que no soy quien para preguntar, ni reclamar, ni pretender nada de nada. Pero odio los actos de magia que produce tu saliva. Simplemente los odio. Cuando la ultima gota pega en mi frente, cuando el tiempo se hace elástico, cuando lo inmanejable tiene nombre y apellido, y brazos largos e incómodos.

Si pudiera saber que va a pasarme mañana, seguramente no estaría jugando con vos a ser sorda y muda. Y ciega. Siempre ciega.

Así que, en este momento, estoy en una posición que me permite afirmar que te deseo. Deseo el deseo. Recuerdo el deseo como ese gusto seco y pastoso en la boca. Y frente a ese recuerdo, se arman nuevas imágenes dispuestas a lavarme de pasados imperfectos.

Limpia y triste, entristecida por la desaparición, o porque mañana es viernes y tengo que trabajar. Empezar la rutina otra vez, ser la dama de traje en la selvita de asfalto.

Vi tantas cosas hermosas. Soñé que eras de plastilina. Tuve el deseo, efímero, de que nunca hayas existido. Así no estaría...no me sentiría tan expuesta a lo amorfo e inetiquetable de esto...de esta mierda que sube por mis piernas en un enero cruel, que supo llenarme de agujeros.

Sentada en un viaje de larga distancia, llore un segundo -o dos- por haber cometido el error de recordar...sí, de volver a recordar, que le prometí comprarle algo que necesitaba su auto -tu auto siempre tuvo mal olor. Me encontréa mi misma en una terminal, mirando uno de esos negocios que lo tienen todo, y lo vi, ahí, lo vi mientras me miraba a mí, ese llamativo aparatito para que el auto no huela tan feo, y lo iba a agarrar, segura de que seguías formando parte de mi vida, e incluso llegue a pensar que te ibas a poner contento, que ibas a sonreír cuando me vieras.

Algún tiempo después, no mucho mas de una hora, ya yendo de vuelta a Buenos Aires, entendí lo estupido de mi fallido...entendí que no, nos fuimos por lado distintos, y no somos mas vos y yo. The little that it means. The little that it meant when we where actually together.

Siempre frío y a la distancia, siempre juicioso y represor, siempre agitando la bandera: de lata, de la moralidad, de lo políticamente correcto. And still, sabiendo que no podría haber sido nada mas que lo que fue, sabiendo que todas esas veces que vos, seguro de vos mismo y de tus palabras, decías que éramos uno para siempre...sabiendo que todo eso, y más, fue una ilusión producto de tu cabecita cuadrada...de tus ideas cuadradas, de tus soluciones cuadradas. Soluciones que, siempre, involucraban omitirme a mi misma, dejar de ser yo y empezar a ser lo que vos querías que fuera. No puedo hacer de cuenta que no te detesto por ser predecible, o mal amante, o mal pareja, o egoísta. Eras todo eso y yo soporte, casi estoica, lo que jamás me habría permitido soportarle a nadie.

Quiero poder ser feliz. Y eso significa: ser feliz siendo yo y no la representación de la idea mental que un hombre tiene de mi en su cabeza.

Mi cuerpo es mi cuerpo. Así como vino, así de deforme e imperfecto. Amo cada una de mis estrías. Amo cada parte de mí que excede lo que podría ser. Amo todo lo que me sobra, y anhelo todo lo que me falta...pero no anhelo un cuerpo perfecto. Quiero ser perfecta, incluso, dentro de mi propia imperfección.

Y justo ahí, tan poco tiempo después de entenderte como un negligente emocional, justo después de haberme sacado el delantal de cocina y las mañas de ama de casa que entre vos y tu madre me quisieron imponer, justo cuando penséque me enfrentaba a otros largos años de soledad...alguien me miro a los ojos, y así como soy, sin ropa e imperfecta, expuesta y sensible, levantando el dedo para imponer el decálogo de todo lo que NO quería, ese alguien me susurro al odio: hermosa.
Sé que eso no significa nada. Sé que había demasiadas cosas en sangre, que mi cerebro estaba en off, que intente destruirme otra vez esas tres semanas de diciembre. Sé todo eso...sé los errores que cometí y también séque buscaba al cometerlos. Pero ese ser hermosa, en la tormenta de mi propia destrucción, aunque la otra persona no lo dijera en serio, hizo que me sentara a escribir esto hoy para vos.

No soy un obstáculo, dijo después. Y eso fue todo.

El dice -hermosa- y mi cuerpo se abre en dos y esa misma palabra saliera no ya de su boca, sino de mis entrañas. Era yo la que se decía a si misma:


Podes llorarpodes llorar eso que perdiste
-aunque nunca lo buscaste
podes gritar de frente al vacío
podes pegarle una patada a todas las puertas que te cierran el camino
podes escupir la llave que te tragaste a los 19 años
pero lo que no podes,
lo que vos misma no te vas a permitires un nuevo cambio de pie
lotra nueva y patética excusa
para destruirte.


Entonces, sin importar lo que él diga, por más adecuada que sea su apariciónen este momento, resulta que yo quiero aprender a vivir sin decálogos ni parámetros. Sin nombres ni etiquetas, sin forma ni color.
Y el día que se vaya, el día que finalmente desaparezca, no voy a haber perdido nada. Por el contrario, estoy segura que al menos voy a haber aprendido: que sigo siendo hermosa, como mujer y persona, sin necesidad que un hombre me lo diga para que esta cabecita mía lo tome como una verdad absoluta.


Merci Beaucoup, D. Hasta ahora, aprendí mas a la distancia con vos que en mis 24 años acompañada.




No comments: