4.1.08

Semblantes y fantasmas.
Y ahi nos quedamos: en el goce de la palabra del otro, en el goce de propiciarle a otro su propio goce. A vos te gusta ver como los demás se alimentan de vos.
Y ahi viene ella, Ella, a pedirte que dejes caer el semblante. Imposible.
Ahi viene ella, con su propio fantasma, a pedirte que no te muerdas la cola.
Ahí viene ella diciendo, sí, quiero, cuando en realidad sabe que tu potencial es tan en potencia que termina siendo un no ser.
Rasgos de lo mismo de lo que escapaba hace años.
Elementos basamentales de todo aquello que ya no soy. Que supe ser, que tuve que dejar de ser.
Fantasma.
Lo platónico es mi fantasma. Es mi, síquieroperonoquiero: mi versión barata de tirar la monedita antes de decidir.
Puedo mover una vez las fichas, solo una vez. Puedo intentar cambiar el trasfonda una vez, y para siempre.
Luego de eso, no hay vuelta atrás. No puedo, no quiero, pedirle nada a nadie.
Luego, tu semblante quedara adherido a tu piel para siempre. Y ella caera en la cuenta, que algunos juegos sólo son en silencio.


Quien soy yo para ponerle reglas a otro? Quien soy yo para desplegar mi locura temperamental [sic] ante un desconocido?
Nadie.
Vuelvo a square one.
I knew it could backfire...blow up a hole in my head.

Y aún así, apuesto doblemente a aquello que me niego a mi misma.
C'est tres ridicule!

Soy una pavota.

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