12.5.05

encontré ésto entre papeles viejos y amarillentos. No recuerdo haberlo escrito, ni, en el caso de ser de mi autoría, para quien estaba destinado. Pero me pareció linda. Inocentemente.


"...Bonito:

      Es difícil sentarse a escribir una carta para alguien que casi no conocés. Pero te he visto pasar por los pasillos, por mi pantalla y por mi cabeza tantas veces que creo que puedo decir que te conozco. Te escribo para contarte que a veces me pasa lo mismo que a vos: no me puedo levantar a la mañana. Y tambien como vos, voy al trabajo mal vestida y sin bañarme. Todos los días abro los ojos y me voy tratando de dejar mis problemas en la almohada y, maldición, eso no parece posible. Todas las mañanas me digo a mi misma que no tengo ganas. Tal vez podría levantarme con más facilidad si me durmiera más temprano. El problema es que tampoco estoy pudiendo dormir de noche. Quedo perpleja en la cama pensando en el tic-tac, un poco perseguida por el miedo, el pánico en realidad, que me produce la idea de seguir creciendo. De seguir modificandome en el tiempo pero permanecer quieta en el espacio. Las cosas, los objetos, las personas...se deben modificar tanto en el tiempo y en el espacio; a la vez, sí, pero no necesariamente en la misma medida. Parece que me estoy quedando como las hojas secas, en el fondo del cemento seco después de un agotador viaje en picada hacia abajo desde la rama más alta. Ojalá las hojas pudieran tener paracaidas. Ojala pudiera tener un paracaidas para mi; una mochila que no sea mi emotional pouch. ¿Que pasaría entonces? Tendría una razón para no sucumbir antes las excusas ¿o tendría una nueva excusa?
¿Te dije ya lo dificil que es escribir una carta para alguien que no conocés? Me gustaría conocerte más, me gustaría poder cruzarte y no sentir que estoy fuera de contexto en mi propio cuerpo, en mi propia piel. ¿Te dije ya que si supiera que vas a leer esto no te lo escribiría? Así de cobarde es esta nena. Así como puedo hacer de cuenta que te conozco hace muchos años y decirte alguna de esas cosas que no se cuentan a un extraño, puedo querer desaparecer cuando veo una mirada que no puedo controlar se apoya en mi hombro. Menos mal que ya habrá terminado el día cuando me siente a escribirte. Menos mal que ya habré recorda la carta de la Maga a Rocamadour una docena de veces cuando me toque a mi escribir con el dedo mojado en el espejo...
      ...y de nuevo, pregunto...¿te dije ya que si supiera que vas a leer esto no te lo escribiría? A vos tambien te escribo porque sé que -todavía- no me sabes leer..."

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