20.12.04

Érase una vez, en una época no muy lejana, un tiempo que se cerraba en paginas...y la luz se ahogaba. Hoy, pasada esa época, siento el calor desde más abajo, bien abajo. Hace un tiempo no muy lejano el tiempo se cerraba, che.
Desde que me fui todo ha seguido su rumbo. Todo sigue igual. En páginas, che. Y ahogo la luz. Mí luz. Y ahogabas la luz.

Hoy, érase otro día. Todos siguen vivos, todos siguen girando, todos siguen dándose vuelta como medias en tender de terraza de edificio de 7 pisos. Todos siguen dados vuelta, hipnotizados por el fin de año (tal vez), caminado hacia adelante de espaldas a lo que es real. Y yo ya no me caigo de la cama cuando sueño con vos. Eso si, sigo llorando. Lloro las ausencias, por la falta de sustancia. Por la inmediatez del art. 21 que trae problemas, que trae vacíos incurables.
A final, y aunque no me caiga de ninguna cama, sigo esperando que vuelvas. Aunque todo haya seguido su rumbo, y que mi no haber estado no haya logrado que el mundo deje de girar.
Érase un día como este, en el que veo que cuando sigo pasando por la puerta de madera de tu casa y siento el olor característico de todo lo que alguna vez llevo tu nombre. Tu habitación, tu ropa, tu madre y tus gatos. Olor de hogar, hogar que quiere serlo sólo porque nunca lo fue.

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