2.9.06

dryed up and dead to the world

aunque el titulo es un poco injusto.

Se te acerca un chico puesto de paste base, a pedirte que le cuentes las monedas.
Tiene las uñas más largas que vos, las manos grises y no puede articular las palabras. Balbucea, tararea.

Es como un viejo sin dientes, que no se baña hace décadas. Es un hombrecito gris. Vos te sentas en el tren, con tus preocupaciones de mas de 2000 pesos al mes. Con tus preocupaciones que estan a punto de convertirse en arena en un desierto. Sin oasis...en la realidad de Buenos Aires los oasis son como los aeropuertos: sólo podés entrar si tenés ticket de embarque.

Se te acerca, se te sienta al lado. Te dice el nombre, no lo podés entender. Le contas la monedas. El olor que sale de su piel esta a punto de hacerte desmayar, pero hacés el intento por sacar la cabeza del agua y contar unas monedas. Él no sabe cuanta plata tiene en la mano, pero si sabe cuanta tiene que tener para comprar lo que quiere.

La gente del tren te mira asustada, nunca preocupada, porque no saben si los va a robar, matar, o simplemente asediar con una verdad asesina.

No sé quien fue el pelotudo que dijo que la verdad duele pero a la larga es mejor. Las pelotas es mejor. La verdad es algo que desesperadamente quisiste dejar de ver en ese instante. Y no pudiste che, no pudiste.

Pensaste en llamar a los bomberos, a la side, a la policia, una ambulancia, al boletero, a dios. A alguien. Salven a este ser humano antes de que se le pudra el corazón, pensaste.

Vos oles a rosas y el huele a mierda, transpiracion y basura. Y pasta base.

Un trago amargo que en la burbuja suena como una mala canción.

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