10.6.06

Hoy a la tarde leía algo sobre la memoria y se activó un circuito oxidado en mi cabeza.

Algo que me hizo sentir que todos los instantes pasados, lejos de ser nada más que movimiento congelado, era la suma infinita de todo mi ser. Los recuerdos como alimento para la razón aburrida. El tiempo, y su transcurso inexorable, como la imposibilidad de probar que pudimos haber elegido B cuando hicimos A.

Lejos de ser estáticos, la memoria nunca deja tirarte imágenes. Están en algún lugar del espacio, repitiéndose constantemente, mientras el ir y venir de nuestro pulso se mueve como la pelotita del arkanoid dentro de un espacio demasiado grande y demasiado oscuro como para no sentirnos intimidados.

Y a la vez, es nada.
Es un viernes a la noche pasada de sueño y sin poder dormir, cuando cierro los ojos y parezco revivir una pesadilla que nunca termina de empezar: cosas que no sabía que recordaba, cosas que me prometí recordar...todo eso junto, y yo acá, sin luz, perdida para siempre.

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