se detiene un segundo y escribe en su cuadernito apoyada contra una pared:
Cuando aprendi a caminar mi mamá no me estaba mirando. Cuando aprendí a hablar ella estaba en otro pais. Ahora pretende mirarme aprender a caminar y hablar otra vez y en el fondo lo único que puedo pensar es: se merece ver ahora lo que antes no vio porque no quiso? Al parecer, en estos nuevos despertares, todos se merecen una segunda vuelta. Incluso mi mamá.
Asombroso.
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