¿Qué es lo que pasaría si, de imprevisto, vieras aparecer a esa persona que te hace latir el corazón el doble de fuerte?
¿Qué es lo que pasaría si, acaso, la intensidad de lo que sentís se volviera un obstaculo ineludible?
¿Qué pasaría si, eventualmente, llegaras a enamorarte sin entender bien por qué?
Supongo que en esos casos lo que sucedería sería parecido a lo que estoy viviendo ahora. A eso que estoy sintiendo, a los que vos generás y las palabras no alcanzan a describir.
Sí, supongo que sería similar. Incluso podría ser igual, aun sin querer serlo. Así de inescapable. Así de cierto. Inexorable.
Y es que yo, dentro de toda mi imposibilidad y a pesar de todas mis fallas, no sé qué hacer cuando te tengo adelante. No sé quien ser. No sé como gemir. No sé como disfrutar esos momentos en los que permitís mi compañia mientras deambulas por los pasillos de tu maldito laberinto eternamente cotidiano.
Simplemente no sé.
Quiero aprender, pero la certeza de nunca poder llegar a ser suficiente para vos me invade y se lleva todo el aire de mis pulomones. La certeza de nunca poder ser aquello que vos buscas -o necesitas- se apropia -despiadadamente- de mi.
Sin embargo, pese a todas mis dudas y a todos mis miedos, no puedo evitar llegar al final de cada día y preguntarme ¿Vos quién sos?
Realmente necesito saber. Saberte.
Realmente necesito sentirte humano.
Realmente necesito poder decir tu nombre sin romper ningún hechizo o tabú.
Realmente necesito estar ahí para vos.
Realmente necesito saber si yo, aún siendo todo lo mejor que creo poder ser, soy eso que vos querés.
Realmente necesito saber que valgo algo que supere, aunque sea por poco, el valor de la moneda emocional corriente. De tu moneda emocional corriente.
Realmente necesito.
Realmente te necesito.
¿Y es que todo esto que expreso, acaso, está tan mal?